miércoles, 12 de mayo de 2010

LOS INMORTALES V

Os hemos reservado para el final estos últimos comentarios sobre la inmortalidad. ¿Qué harían los escritores si fueran inmortales?
Qué curioso. Parece que ninguno escribiría ni una línea. En ese sentido -y con perdón- más vale que continúen siendo mortales.

¡¡Feliz mortalidad a todos, pues!!

"Si fuera inmortal, aprovecharía para leer todos los libros del mundo. Pero también tengo mucha curiosidad por saber cómo estaremos dentro de cien, mil o diez mil años. Aprovecharía para echar vistacillos al planeta de vez en cuando para estar al tanto de nuevos inventos, descubrimientos o revoluciones. Me gustaría ver qué será de la humanidad en el futuro... si no nos cargamos el planeta antes, claro".
Laura Gallego

"Si fuera inmortal, intentaría ser una especie de Tiresias, llevar un recuento de la Historia Universal (tendría una agencia de "análisis de tendencias"! que haría "estudios de mercado históricos" y de este modo intentaría convencer a los gobernantes de los errores (porque normalmente son errores) que estarían a punto de cometer. Aunque probablemente no serviría de nada".
Irene Lucas

"Creo que cometería todos los excesos posibles, ya que el temor a una muerte prematura no estaría en mi cabeza aconsejándome no pasarme con el colesterol, con los dulces...
También sé que sería menos ansiosa: ¿para qué tener prisa si tengo toda la eternidad por delante? Mis gestos, sin duda, serían más lentos y pausados. No iría acelerada a ningún sitio."
Mercedes Cebrián

"Amaría sin prisas (ni pausas)".
Alma Grey

"Como dice Woody Allen, la eternidad se hace larga sobre todo al final... O sea que el mayor peligro es, sin duda, el aburrimiento, que el tiempo infinito te devore y llegue un día en que ya nada te interese (como revela el sobrecogedor "El inmortal" de Borges).Y, junto al aburrimiento, la soledad: todo el mundo desapareciendo a tu lado y tú tan fresco. Si se pudiera vencer soportar) eso, todo sería genial: tiempo para leer, escribir, viajar (sobre todo viajar)...
Ahora se me ocurre: ¿esa inmortalidad es sólo por ser eterno, o porque físicamente nada puede ocurrirte? Porque eso añadiría un factor de diversión interesante (aunque, "al final", seguramente repetitivo): hacer cualquier animalada con tu cuerpo y que nada te suceda.
Ahora se me ocurre 2: ¿esa inmortalidad suponen envejecer o, en plan vampírico, quedarte como estás? Pero quizá la eternidad es demasiado tiempo..."
David Roas

"En caso de ser inmortal, lo primero que tendría que hacer es no comentarlo mucho en este país, pues con lo caldeados que están los ánimos en torno al tema de las pensiones, un individuo que no se va a morir nunca podría concebirse como un jubilado perpetuo, y semejante especimen subversivo supondría tal coste para la Seguridad Social que me retirarían la nacionalidad, transformándome así en una especie de apátrida eterno, un trotamundos carne de low cost sin horizonte concreto. Mal rollo.
Una sugerente posibilidad sería ir guardando objetos de cada época, no sólo por los recuerdos que despertarían en mí, sino porque de ese modo en unos cientos de años me convertiría en el mayor coleccionista de verdaderas antigüedades del mundo (lo que, por otra parte, me libraría de tener que trabajar para vivir, que no es una cuestión baladí para un vago crónico como yo). En caso de asumir la necesidad de dedicarme profesionalmente a algo durante mi infinita vida, evidentemente optaría por estudiar Historia para terminar como catedrático en alguna facultad universitaria -es cierto, hay pocas plazas, pero desde luego yo no tendría ninguna prisa. ¡Puedo aguardar a que se jubile incluso el Decano! Lo mejor de trabajar como historiador, en cualquier caso, es que mi cometido consistiría en contar a los alumnos mi vida, simplemente. Además, y por una vez, los estudiantes podrían conocer la historia sin sesgos ideológicos de ningún tipo ni
interpretaciones. ¡Todo un lujo que seguro no apreciarían!
De todos modos, lo anterior no resuelve el principal inconveniente de la inmortalidad: la soledad. Una vida eterna te condena a tener que asistir a la sucesiva muerte de todos tus seres queridos, incluyendo algo tan desolador como el final de tus descendientes. Un tipo pragmático resolvería no entablar relaciones afectivas con nadie para evitar el daño perpetuo. Sin embargo, me temo que yo soy demasiado romántico para eso; no podría renunciar a enamorarme una y otra vez, aun a sabiendas de la dolorosa espiral de despedidas definitivas y recuerdos -jamás olvido a cada una de las personas amadas en algún momento- en la que semejante actitud me
sumergiría inevitablemente.
Ah, y me compraría muchas cremas. A saber cómo deja la piel el transcurso de varios siglos."
David Lozano

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